Capacidad para establecer y gestionar adecuadamente una identidad y reputación digitales.
Se relaciona con las competencias: red, aprendizaje permanente, creación de contenidos, comunicación eficaz y visión innovadora.
Búsquedas en Internet, participación en redes sociales, comentarios en blogs, compras, visitas, likes, etc. La cultura digital que ha surgido a partir de la llamada web social o 2.0 nos ha hecho partícipes de la conversación global a la vez que ha expuesto nuestra identidad, de forma que cada una de nuestras acciones en la red va dejando pequeña huellas o rastros cuya suma conforma nuestra identidad digital.
Si hasta hace pocos años nuestra identidad pública se limitaba al plano presencial, hoy en día el uso de tecnologías como Internet supone asumir en mayor o menor grado la pérdida del control sobre nuestra exposición, ya que nuestra identidad no solo se configura a partir del rastro que dejamos en la red sino que depende también de lo que otras personas puedan decir sobre nosotros Si a ello le sumamos que el alcance que puede tener esta información puede ser muy elevado, resulta que nuestra impronta y presencia digital son cada día más fuertes, por lo que resulta crucial que aprendamos a gestionar y modular nuestra presencia digital en función de nuestros objetivos personales o profesionales.
Para un profesional de salud disponer de una identidad digital sólida y bien trabajada puede suponer una serie de beneficios. Los más evidentes son aquellos que se relacionan directamente con nuestra reputación profesional, de forma que trabajar nuestra ‘marca’ o identidad profesional puede ayudarnos a tener un mayor alcance y a establecer o mejorar la relación de confianza con las personas a las que nos dirigimos. Por otro lado puede favorecer nuestro desarrollo profesional, porque la identidad va a ser visible para nuestra red y nos va a situar como profesionales ‘que se dedican a’ o ‘que son expertos en’ o simplemente ‘con intereses hacia’, lo cual va a fortalecer nuestra capacidad para conectar con otros pares, a los que incluiremos en nuestros entornos personales de aprendizaje. Y en el caso de la investigación tiene una relevancia cada vez mayor, porque el hecho de disponer de una identidad digital adecuada puede ayudarnos a potenciar la visibilidad de nuestra producción científica y conseguir un nivel más alto de influencia académica. Finalmente, una identidad digital nos puede ayudar a generar nuevas oportunidades laborales o desarrollar una actividad profesional fuera del ámbito asistencial tradicional.
Nuestra identidad digital podrá ser mejor o peor, en función de nuestro grado de exposición y de nuestra capacidad para gestionarla adecuadamente. Pero sin duda será, porque hoy en día resulta muy difícil no tener una identidad digital o que ésta se encuentre disociada de nuestra identidad tradicional. De esta forma, nuestra capa digital se superpone e integra con la presencial, formando una sola identidad que se expresa a través de los distintos canales de comunicación.
El hecho de establecer nuestra identidad digital es un proceso irreversible e inevitable, ya que no solo depende de aquella información que aportemos de nosotros mismos sino que también se nutre de las aportaciones de otras personas. Esto supone que aunque no participemos activamente de su construcción es muy posible que ya esté establecida a partir de datos sobre nuestra persona que ya circulen por la red.
Cuando hablamos de ser competentes en establecer una identidad digital lo hacemos en términos de construir una imagen personal y profesional acorde con nuestros objetivos y de adquirir las habilidades necesarias para controlar la visibilidad e incrementar nuestra reputación profesional, a la vez que somos capaces de monitorizar nuestra presencia mientras evitamos los riesgos asociados a una mala gestión de esta identidad.
1. Construcción ajena: no trabajar la identidad digital deja en manos de otras personas su construcción. |
2. Exposición de datos no deseados: por el uso inadecuado o la mala configuración de perfiles y privacidad en redes sociales. |
3. Cesión de datos personales: por la aceptación de uso de nuestra información al registrarnos en distintas plataformas y redes. |
4. Secuestro de cuentas y suplantación de identidad: debido a una mala gestión de contraseñas y de acceso a las aplicaciones. |
5. Malinterpretación de los mensajes emitidos: por desconocimiento de las reglas implícitas a cada plataforma y la pérdida de la comunicación no verbal. |
6. Permanencia de publicaciones no deseadas: porque la información en Internet perdura a lo largo del tiempo y puede exponer información no deseada. |
7. Uso inadecuado de contenidos: por desconocimiento de los aspectos relacionados con la protección y uso de licencias. |
8. Incumplimiento de la legislación de protección de datos: por recabar o exponer información protegida de otras personas. |
Principales riesgos asociados a la gestión de la identidad digital
La identidad digital nace en el momento que alguien incorpora a Internet información que haga alusión a nosotros y crece a partir de nuestra participación o las aportaciones de otras personas, lo que equivale a que tanto nuestras acciones como también las omisiones construirán nuestra identidad digital y tendrán más o menos valor en ella en función de su relevancia y del canal por el que se distribuyan.
Nuestra reputación es uno de los activos intangibles más importantes que tenemos los profesionales sanitarios, de forma que gozar de una buena reputación equivale a ser identificado con valores como la responsabilidad, confianza y competencia profesional. Este activo también ha trascendido a la esfera presencial, conformándose a partir de lo que sucede en el plano digital y con un potencial de alcanzar a un número elevado de personas. Y aunque se trate de una percepción externa y subjetiva sobre la que no ejercemos el control sí que podremos participar en su construcción, mediante la aportación de nuestro valor como profesionales de salud.
Resumiendo, la identidad sería la suma de las huellas que vamos dejando en la red, mientras que la reputación online constituye la opinión que tienen otras personas sobre nosotros como profesionales. El hecho de disponer de una identidad sólida y una buena reputación digital puede ser un factor decisivo si nuestro objetivo es establecer una ‘marca profesional’ y conseguir ser influyentes para un determinado colectivo.
La influencia sería el último paso en la construcción de nuestra identidad y reputación digital, estando asociada a una buena estrategia de comunicación digital.
Pasos para la construcción de una identidad y reputación digital
1. Definición de objetivos. En primer lugar debemos plantear cuál es nuestro objetivo profesional y qué grado de exposición o visibilidad buscamos. Si por ejemplo queremos ofrecer una imagen profesional que nos permita conectar con otros profesionales, deberíamos enfocarnos en definir aquellos campos en los que somos expertos y mostrarlos en las redes adecuadas para ello. Por otro lado, si nuestro enfoque es el de conectar con ciudadanos o pacientes nuestra estrategia se dirigirá a mostrar nuestro valor profesional. Y en el caso de querer impulsar nuestra actividad investigadora tendríamos que trabajar en redes y canales de distribución académicos.
2. Establecer el punto de partida. Es importante conocer el punto en el que se encuentra nuestra identidad digital. Para ello podemos acudir a buscadores a ver qué se está diciendo de nosotros en la red. De esta forma sabremos cómo es nuestra presencia digital actual y tendremos una base desde la que empezar a construir o adoptar medidas correctoras en caso necesario.
La monitorización es el proceso de escucha, cuantificación y análisis de los contenidos presentes en los medios digitales. Todos deberíamos establecer una monitorización mínima de nuestra identidad digital para saber qué dicen otras personas de nosotros y qué aspectos debemos mejorar para prevenir la aparición de futuros problemas. Existen varias herramientas que nos permiten hacer esta monitorización, tanto de forma activa (por ejemplo un buscador) como pasiva (el servicio de alertas de Google).
Puede ser relevante también hacer una monitorización de las principales redes sociales (a través de las notificaciones o el seguimiento de nuestras menciones), para ver qué dicen de nosotros otras personas. Y en el caso de que desarrollemos una actividad investigadora deberíamos aprovechar el potencial que tienen los indicadores académicos para llevar un control del impacto y difusión que tienen nuestras publicaciones científicas.
Finalmente existen herramientas destinadas a medir nuestra influencia en redes sociales que se basan en la cuantificación del impacto que tiene en otras personas todo lo que publicamos, y constituyen una buena forma de ver cómo interaccionamos en la red y la difusión que tienen los contenidos que compartimos.
3. Construcción activa. El proceso de construcción de nuestra identidad digital parte de un proceso activo de incorporación de distintos elementos. Los primeros serán los más importantes y constituirán la base sobre la cual iremos depositando nuevos ladrillos que la harán más sólida y servirán a la vez para mejorar nuestra visibilidad y reputación profesional.
Partiendo de los resultados de la búsqueda de nuestro ‘yo digital’ (ego-surfing) podremos ver cómo es nuestra presencia en Internet y qué elementos tenemos que construir primero. Nos fijaremos sobre todo en la primera página de resultados, ya que será la que verán otras personas cuando realicen una búsqueda sobre nuestra persona. Buscadores como Google priman los resultados sobre determinadas páginas como la Wikipedia y redes como LinkedIn, Facebook y Twitter, aunque también muestran publicaciones en blogs y foros, así como imágenes vídeos y noticias que puedan ser relevantes.
La construcción de nuestra identidad digital será un proceso activo de incorporación de contenidos en distintos formatos (textos, imágenes, vídeos, etc.) y de participación en redes sociales, por lo que va a requerir por nuestra parte de una actitud abierta, participativa y activa asociada a la adquisición simultánea de nuevas habilidades y competencias en el uso de estas tecnológicas.
Las redes y plataformas más importantes y que pueden ayudarnos en el proceso de creación de una identidad digital son:
LinkedIn: es la red de profesionales por excelencia en la que debería estar todo aquel que desee tener una identidad digital sólida, ya que suele aparecer entre los primeros resultados de los buscadores. Es una red ideal para mejorar nuestra identidad y reputación profesional. Su principal valor respecto a otras redes sociales es que el contenido que aparece en el perfil es elaborado por el propio usuario.
About.me: es una red que, a diferencia de LinkedIn, no está tan enfocada a mostrar el currículum profesional sino que sería el equivalente digital a la tarjeta de visita tradicional. Permite subir fotos y un resumen de nuestra actividad profesional y redes sociales en las que participamos.
Facebook: continua siendo la red social más utilizada y permite establecer contacto con otras personas. Aunque su uso más habitual es de tipo personal, cada vez son más los pacientes y profesionales que la están utilizando para compartir contenidos y conversar sobre salud.
Twitter: es una de las redes más importantes a la hora de establecer contacto y generar conversación con otros profesionales, gracias a la inmediatez, cercanía y las posibilidades que ofrece.
Instagram: red social que está creciendo mucho sobre todo en el sector profesional más joven y que nos puede ayudar a construir nuestra identidad de una forma muy visual.
Redes científicas como ResearchGate, AcademiaEdu, etc.: permiten mostrar en ellas un currículum académico y dar visibilidad a nuestros contenidos y publicaciones científicas.
4. Fortalecimiento y potenciación de la identidad digital. Una vez establecida una identidad digital el objetivo irá encaminado a reforzar y a mejorar la reputación profesional, porque construir una identidad digital sólida va más allá de crearse un perfil en redes sociales y requiere la suma de una serie de conocimientos y actitudes a lo largo del tiempo en un proceso de mejora continua.
No deberíamos confundir visibilidad con reputación. Atesorar una alta visibilidad no es sinónimo de tener una gran reputación, como tampoco disponer de buena reputación equivale necesariamente a tener una gran visibilidad en Internet. Aunque también es cierto que todo el valor que aportemos en Internet puede ayudar a mejorar la percepción que otras personas tienen de nosotros.
Existen una serie de acciones que nos pueden ayudar a fortalecer nuestra presencia digital y mejorar la reputación profesional:
- Producción de contenidos: todo lo que aportemos en la red empezará a formar parte de nuestra identidad y reputación profesional, por lo que generar nuestros propios contenidos puede ayudarnos a la hora de mostrar distintos aspectos de nuestra actividad profesional. Disponer de un espacio digital como una página web o escribir un blog puede ser muy relevante para posicionar nuestra identidad profesional.
- Conversación en redes sociales: estar en redes sociales y participar en aquellas conversaciones en las que podamos aportar puede ayudarnos a mostrar nuestro valor profesional.
- Curación de información: una excelente forma de aportar valor y de posicionarnos como expertos es filtrar y compartir aquellos contenidos generados por terceras personas que nos parezcan relevantes para nuestro sector, porque nos convertiremos en una fuente de información a la que acudirán otras personas.
- Participación en directorios de salud: los distintos directorios profesionales que existen en la red son espacios muy bien posicionados por buscadores y a los que acuden muchos pacientes en busca de profesionales. Si nuestro objetivo es el de llegar a la población para ofrecer servicios profesionales deberíamos dedicar un tiempo a registrarnos y a completar la página de perfil. Algunos incorporan también la posibilidad de resolver dudas a sus usuarios, por lo que resolverlas nos puede ayudar a mejorar nuestra visibilidad y reputación profesional.
Implicaciones de la identidad digital para las organizaciones sanitarias
Contar con profesionales capaces de trabajar su identidad digital puede suponer una serie de ventajas para las organizaciones sanitarias. En primer lugar porque se produce un aumento de su visibilidad de forma indirecta, a partir de la imagen que reflejan sus profesionales en estos espacios, que actúan en muchos casos como embajadores de la organización. Supone además una mejora en términos de comunicación externa, ya que los profesionales serán capaces de mostrar adecuadamente su imagen a través de los canales digitales, evitando todos los riesgos asociados. Y finalmente, el hecho de que los profesionales trabajen su reputación en el medio digital también repercute positivamente en la organización, ya que contar con profesionales reputados influye positivamente en su imagen.
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7 competencias hacia una salud digital
ÍNDICE DE CONTENIDOS
La salud digital en la sociedad del conocimiento
Presentación de las 7 competencias clave hacia una salud digital
Competencia nº1 Visión innovadora
Competencia nº2 Gestión de la información
Competencia nº3 Identidad digital
Competencia nº5 Aprendizaje permanente
Competencia nº6 Publicación de contenidos
Competencia nº7 Comunicación digital
Conclusiones y llamada a la acción