Conocimiento de los canales por los que circula la información digital y capacidad para buscar, filtrar y almacenar los contenidos de salud.
Se relaciona con las competencias: aprendizaje permanente, red, publicación de contenidos y visión innovadora.
Aunque el concepto Sociedad de la Información lleva con nosotros más de 30 años como referencia a la transición que se produjo desde la sociedad industrial, cuando confluyeron la informática y los medios de comunicación, ha sido realmente a partir de la generalización de Internet cuando más ha sido utilizado para referirse a la democratización en el acceso, creación y distribución de los contenidos. Pero si tenemos en cuenta que la información por sí misma no resulta suficiente, parece más adecuado hablar en términos de Sociedad del conocimiento, lo que implica una capacidad para acceder a esa información y gestionarla adecuadamente con el objetivo de extraer de ella un conocimiento que sea aplicable.
En un momento en el que se calcula que prácticamente la totalidad de la información se encuentra en formato digital (en su mayor parte circulando por la red) el desarrollo de la competencia de gestionarla adecuadamente se convierte en un factor crítico de éxito para cualquier profesional. Los profesionales sanitarios, como trabajadores del conocimiento que somos, aprendemos a partir de la información y la aplicación de nuestra experiencia en un proceso de constante actualización que conforma nuestro corpus de conocimiento.
En estos momentos en un solo minuto se envían del orden de 29 millones de mensajes en WhatsApp; se ejecutan 4 millones de búsquedas en Google; y se suben a YouTube 500 horas nuevas de vídeo. Las redes sociales se han convertido en auténticas máquinas para acaparar la atención humana, por lo que tanto el exceso de información que puede llevar a una ‘infoxicación’ (intoxicación por exceso de información) como la falta de atención pueden llevar al traste con nuestras posibilidades de obtener aquella información que necesitamos. El reto al que nos enfrentamos es el de conseguir navegar entre los cientos de millones de bytes de información y ser capaces de extraer aquello que pueda ser relevante para nuestro trabajo.
La competencia de gestión de información implica adquirir una serie de habilidades relacionadas con buscar, filtrar, seleccionar, organizar y almacenar la información, de forma que podamos volver a acceder a ella en el momento en que necesitemos. Y para ello utilizaremos una serie de herramientas que conformarán nuestro entorno personal de aprendizaje, al que haremos referencia cuando hablemos de la competencia de aprendizaje permanente.
Búsqueda de información. Los buscadores web llevan entre nosotros prácticamente desde los inicios de Internet y aunque la mayor parte de ellos se quedó por el camino, se han convertido en la principal fuente de información y puerta de acceso a Internet. A diario utilizamos buscadores como Google para encontrar todo tipo de información en múltiples formatos (webs, documentos, imágenes, vídeos, etc.).
La misión y el éxito de los motores de búsqueda consiste en que cuando tecleamos o realizamos una búsqueda por voz lo que obtengamos se ajuste lo más posible a nuestras necesidades de información. Y para ello se dedican a rastrear e indexar los millones de páginas y documentos que se encuentran visibles en la red para después clasificarlos y organizarlos, de forma que son capaces de mostrar resultados en una fracción de tiempo insignificante. Un aspecto importante a considerar es que los buscadores dan más o menos relevancia a los contenidos de cada web en función de varios criterios, entre los que se encuentran el número de enlaces que recibe de otras páginas o la importancia que considera que tiene (tiempo que pasa un usuario leyendo el contenido). Además, los resultados que nos muestran los buscadores se encuentran personalizados en función de nuestra situación geográfica o actividad cuando navegamos por otras webs, por lo que serán diferentes para una misma búsqueda que realicen distintas personas.
Teniendo en cuenta que cuando ejecutamos una petición de búsqueda en un buscador como Google este nos devuelve los resultados que considera más relevantes entre los cientos de miles que podrían adecuarse a los términos que hayamos introducido, resulta fundamental que aprendamos a realizar búsquedas eficaces mediante el dominio de herramientas como son la búsqueda avanzada y el uso de comandos y operadores, capaces de ayudarnos a filtrar y acotar los resultados de nuestras búsquedas. Gracias a ello podemos por ejemplo excluir términos de entre los resultados, buscar una frase exacta o elegir el tipo de archivo que necesitamos (doc, pdf, jpg, etc.), por poner algunos ejemplos.
Si hablamos de información de salud, en muchas ocasiones necesitaremos también encontrar literatura científica que nos ayude a mantenernos actualizados y mejorar nuestra práctica clínica. Para ello los buscadores de tipo generalista no resultan de tanta utilidad y será el momento de acceder a buscadores específicos como es el caso de Google Académico o ir directamente a otras fuentes de información tales como revistas científicas, bases de datos y repositorios. Todas ellas cuentan con herramientas que permiten realizar búsquedas avanzadas, utilizar terminología controlada, filtrado de resultados, etc., por lo que son la opción más importante a la hora de buscar todo tipo de documentos científicos.
Finalmente, señalar que contamos también con la ayuda de redes sociales específicas para investigadores como es el caso de Academia.edu, ResearchGate o Mendeley, en las cuales no solo podemos encontrar literatura científica sino también seguir a otros investigadores y estar al tanto de su producción académica.
La red como fuente de conocimiento. No nos olvidemos tampoco del otro gran pilar sobre el que se sustenta Internet que son las redes sociales y en general nuestra capacidad de tejer una red a lo largo de todas ellas. No son una alternativa válida a la hora de buscar directamente pero sí el hecho de poder acudir a ellas a solicitar contenidos a nuestros contactos, o a partir de los contenidos que filtran aquellas personas a las que seguimos y que difunden a través de sus cuentas en redes sociales.
Monitorización y suscripción a contenidos. Otra forma excelente para obtener información de Internet consiste en desarrollar la capacidad de sintonizar las distintas fuentes de información de nuestro interés a través de herramientas de monitorización y suscripción. De esta manera la información llegará directamente a nosotros organizada.
La mayoría de las páginas web suelen contar con canales de distribución de contenidos llamados RSS o feed, que son una especie de archivos de texto con las últimas entradas y artículos que han publicado. Existen herramientas capaces de acudir a las páginas web que les indiquemos (aquellas a las que nos queramos suscribir) y recuperar esos contenidos para nosotros, de forma que tendremos centralizada en un mismo sitio toda la información que consumimos habitualmente.
Y otro servicio que hace posible que estemos al tanto de novedades sobre información de nuestro interés es el de monitorización que ofrecen algunas plataformas, como es el caso de Alertas de Google o los que incluyen algunas bases de datos científicas. Para ello introduciremos nuestros términos de búsqueda en el servicio y el sistema nos enviará regularmente todos los nuevos contenidos que incluyan esa información que estemos monitorizando.
Organización y almacenamiento de información. El siguiente paso una vez que demos con la información relevante para nuestros intereses profesionales será el de organizar y almacenar los contenidos, de forma que sean accesibles y podamos recuperarlos fácilmente cuando lo necesitemos.
Para ello podemos valernos de los llamados marcadores sociales, que suponen una evolución respecto a la sección de marcadores o favoritos que incorporan la mayoría de navegadores web, y que permiten almacenar contenidos de una forma organizada mediante la marcación o etiquetado de los mismos y la posibilidad de hacerlo en equipo o a partir de otros usuarios (de ahí su carácter social). De entre estas herramientas destacan algunas como Delicious o Diigo, que además del etiquetado permiten realizar otras acciones como son el subrayado y la adición de notas, la clasificación en listas o carpetas, el etiquetado público o privado y su almacenamiento en la nube para ser recuperados desde cualquier dispositivo.
Algunas de las herramientas mencionadas anteriormente cuando hablamos de búsqueda de información científica, también nos pueden ser de mucha utilidad a la hora de organizar los artículos y documentos que encontremos. Plataformas como Mendeley o Zotero se están convirtiendo en grandes aliados a la hora de generar documentos científicos, ya que no solo nos permiten clasificar la información sino que también nos ayudan a la hora de incluir citas y bibliografía de forma automática, ahorrando una enorme cantidad de tiempo mientras trabajamos en nuestros documentos.
Por último, otras herramientas a tener en cuenta a la hora de guardar información son los sistemas de almacenamiento en la nube, los cuales hacen posible que nuestros datos se guarden y administren de forma remota y dispongamos de un sistema de alojamiento al que podremos acceder cuando lo necesitemos, a partir de cualquier dispositivo con conexión a la red. Estos permiten además disponer de una copia de respaldo de nuestra información y la posibilidad de compartir archivos y trabajar de forma colaborativa con otros usuarios.
Curación, prescripción y difusión de contenidos. Una de las habilidades más importantes que debemos desarrollar los profesionales de la salud por el gran impacto que puede tener a nivel social es el de convertirnos en curadores (del inglés content curator) y prescriptores de contenidos. Se trata de que seamos capaces de acceder, seleccionar y difundir aquellos recursos digitales que pueden mejorar la alfabetización en salud de los ciudadanos. Algo de especial relevancia si tenemos en cuenta que prácticamente la mitad de las personas que buscan respuesta a sus problemas de salud en Internet tiene problemas a la hora de comprender la información e identificar la fiabilidad de la fuente consultada.
Si tenemos en cuenta que cada vez son más los ciudadanos que buscan este tipo de información, que el volumen de contenidos digitales aumenta de forma exponencial y que los buscadores no son capaces de responder con criterios de calidad en salud, estamos ante la necesidad clara de que profesionales y organizaciones pongamos a disposición de nuestros pacientes recursos adecuados para sus problemas de salud y de paso les enseñemos cuáles son los criterios a tener en cuenta a la hora de evaluar la información de salud que circula por la red.
Esta curación podemos hacerla de manera individual, mediante la prescripción de información y recursos de la misma forma que hacemos cuando indicamos un fármaco u ofrecemos un consejo de salud; y de forma colectiva, a través de la difusión de información medianta herramientas digitales, lo cual nos permite tener un impacto mucho mayor, porque podemos llegar de forma simultánea a miles de usuarios. Para ello podemos aprovechar la gran capacidad de difusión que tienen las plataformas de blogging o cualquiera de las grandes redes sociales que existen en la actualidad (Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, etc.).
Implicaciones de la gestión de información para las organizaciones sanitarias
El hecho de disponer de profesionales competentes en la gestión de la información puede resultar de gran interés para una organización sanitaria, a la hora de generar repositorios de contenidos de salud de calidad que puedan ser dirigidos hacia los ciudadanos. Además una buena gestión de la información mejora la circulación de información dentro de la organización, lo que redunda en una mejor formación y actualización de los profesionales.
Descarga el libro en formato PDF:
7 competencias hacia una salud digital
ÍNDICE DE CONTENIDOS
La salud digital en la sociedad del conocimiento
Presentación de las 7 competencias clave hacia una salud digital
Competencia nº1 Visión innovadora
Competencia nº2 Gestión de la información
Competencia nº3 Identidad digital
Competencia nº5 Aprendizaje permanente
Competencia nº6 Publicación de contenidos
Competencia nº7 Comunicación digital
Conclusiones y llamada a la acción