Este fue el título de la Conferencia inaugural de las II Jornadas de Innovación y Desarrollo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en las que tuve el honor de poder participar como ponente. Un título que creo que refleja muy bien la realidad del momento en el que vivimos en cuanto a innovación en salud, y cuál es el futuro (cercano) que nos llega, el cual voy a intentar resumir en las siguientes líneas (tienes la versión extendida en el vídeo al final de la entrada).
En esta presentación expuse las 3 ideas que considero la esencia de la innovación en estos momentos, y no solo en salud sino en cualquier ámbito y que son: el gran momento en el que vivimos; la posibilidad que tenemos de impulsar y desarrollar proyectos a partir de una simple idea; y el valor de los hackers y su papel como agentes de cambio en salud.
La tecnología puede acelerar el cambio, pero éste solo puede ser impulsado por personas
1. El contexto
Llamémoslo como queramos: sociedad de la información, del conocimiento, sociedad red… Lo que está claro es que Internet sobre todo, pero también otras tecnologías, están transformando nuestra vida, cómo trabajamos, nos divertimos y relacionamos.
Pero no solo está cambiando el cómo, la forma en que hacemos las cosas, sino también el qué y sobre todo el por qué. Hemos desarrollado tecnología que a su vez nos está transformando como sociedad, nuestra forma de pensar y de relacionarnos con los demás.
Además de las nuevas formas de comunicarnos, correo, redes sociales, o incluso el Whatsapp, hay 2 hechos que son de gran transcendencia, porque definen muy bien este cambio:
- El acceso que ahora tenemos a la información y nuestra capacidad para transformarla en conocimiento. Cada vez hay más personas produciendo nuevo conocimiento a partir del que ya hay en circulación.
- La capacidad que tenemos en este momento de tejer y desarrollar redes de colaboración. Ahora es más fácil que nunca conectar con personas que están generando cambios en sus ecosistemas, y establecer relaciones con ellos y generar sinergias para trabajar de forma colaborativa.
¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?
A lo largo de la historia hemos ido desarrollando tecnologías que nos han permitido avanzar como sociedad. Lo hizo el lenguaje permitiendo expresarnos, la escritura haciendo que pudiéramos transmitir nuestro conocimiento de forma más sencilla. Después la imprenta, que puso la información al alcance de grandes grupos sociales. Más recientemente el teléfono, la radio, la televisión y finalmente, la llegada de lo digital e Internet, que han supuesto un cambio radical en el tratamiento de la información, porque ésta ha quedado desligada de un soporte físico y es accesible de forma ubicua en cualquier tiempo y lugar.
En este gráfico se puede ver muy bien 2 hechos:
- Que el ritmo de aparición de nuevas tecnologías se está acelerando y en muy poco espacio de tiempo estamos acumulando un gran número de innovaciones.
- Y que el ritmo de crecimiento no es lineal, sino exponencial. La parte final de la gráfica, la de la derecha del todo, corresponde a los últimos 50 años. Por lo que ni siquiera somos capaces imaginar lo que tendremos de aquí en 100 años.
La esalud que nos viene no es lineal, sino exponencial
Así lo afirma Raymond Kurzeil, una de las grandes eminencias en inteligencia artificial, quien asegura que si esta tendencia continua, durante los próximos 100 años vamos a avanzar tecnológicamente tanto como en los anteriores 20.000 años.
Y esta afirmación la hace basándose en leyes como la de Moore que ya en el año 1965 predijo que el número de transistores incluidos en un circuito electrónico se duplicaría cada 2 años. Y es una Ley que se sigue cumpliendo hoy en día y que explica por qué ahora llevamos en el bolsillo más tecnología que toda la que usó la NASA para poner al primer hombre en la Luna.
¿Qué ha cambiado en nosotros para que se produzca esta aceleración?¿Somos más listos?
Pues probablemente no, aunque nuestros cerebros tampoco funcionan igual ahora que hace unos años. Lo que sabemos que ha cambiado es que cada vez estamos más conectados y que la tecnología que desarrollamos cataliza y retroalimenta nuestra capacidad de innovar.
Y además, del mismo modo que este crecimiento es exponencial, las tecnologías son cada vez más baratas en relación a su capacidad de procesamiento y el desarrollo de unas son la llave para la explosión de otras. Lo cual en estos momentos nos pone a las puertas de lo que van a ser los siguientes dos grandes hitos en innovación: la genómica y el bigdata.
Estamos desarrollando tecnología que aunque ahora nos pueda parecer increíble, en unos años desaparecerá y se volverá totalmente invisible a nuestros ojos. Es algo que nos pasa continuamente: las tecnologías asentadas, que hemos vivido desde la infancia se han integrado completamente en nuestra vida y no las percibimos, se hacen invisibles. Y nos ocurre como con la salud, que solo la percibimos cuando la perdemos, y nos acordamos de la tecnología cuando hay una huelga de transporte o sufrimos un apagón de luz.
Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. A. Clarke
Por esa razón dentro de muy pocos años (seguramente antes de lo que pensamos), no tener acceso permanente a la red será algo realmente molesto, porque habremos integrado esta tecnología tanto en nuestra forma de vivir, que viviremos esa falta de conexión como que nos faltara algo muy importante, como si no tuviéramos luz.
(Me parece muy relevante el dato de que el 67% de los jóvenes afirma que nunca apaga su móvil por voluntad propia. Y no creo que sea un problema de que estemos enganchados a estas tecnologías, sino que en realidad está comenzando la fase de invisibilidad).
2. Las herramientas y su capacidad para impulsar ideas
El segundo pilar lo formarían las herramientas, o mejor dicho, el uso de la mejor tecnología disponible que tengamos a nuestro alcance. Porque hoy en día existen herramientas potentísimas que nos facilitan mucho el poder impulsar proyectos a partir de una idea, gracias sobre todo a aquellas que facilitan la colaboración y el trabajo en red, pero tampoco hay que olvidar que a veces la herramienta más sencilla sigue siendo la más adecuada.
Innovar sin aplicar es como dar alas a una idea y no enseñarle el camino de vuelta a casa
Y sin olvidar que aunque innovar consiste en darle alas a las ideas, el objetivo no es volar, sino aterrizarlas junto a los pacientes para éstas puedan ser aplicadas. Si no, estaríamos lanzando farolillos chinos al aire, o lo que es lo mismo, pilotamos demasiado y aplicamos poco.
La innovación en el contexto de la práctica pasada en la evidencia
La Práctica Basada en la Evidencia nos habla de que los profesionales debemos ser capaces de conjugar estos 3 elementos: la mejor evidencia disponible, nuestra experiencia y los valores y preferencias del paciente. Y lo que no deja de ser muy curioso es que los 3 elementos sean los recursos menos explotados por nuestro sistema sanitario.
A estas alturas todos estamos más o menos de acuerdo en que los profesionales de la salud somos trabajadores del conocimiento, porque manejamos información que obtenemos por distintos medios, a la que aplicamos nuestra experiencia, con el objetivo de prestar una serie de cuidados y tratamientos para mejorar la salud de las personas.
Pero curiosamente nadie nos ha enseñado a ser eficientes a la hora de gestionar nuestro conocimiento, ni a nivel individual, y mucho menos a nivel de una organización. Si hablamos de que tenemos que aplicar la mejor evidencia disponible, será fundamental disponer de estrategias activas de gestión del conocimiento, que nos permitan dar con esas evidencias y aplicarlas.
Se trata en esencia de convertir nuestras instituciones en lo que Peter Sengé denominó ‘Organizaciones que Aprenden’, que son aquellas que han conseguido insertar en su ADN una cultura de aprendizaje, de forma que es imposible que sus trabajadores puedan dejar de aprender.
Hablamos de potenciar el valor que del aprendizaje formal, pero también el informal, aquel que extraemos de las interacciones en nuestro trabajo con otros profesionales y el generado en ambientes no académicos, como puede ser un foro de Internet, un blog o las propias redes sociales, que son las comunidades de aprendizaje más grandes que tenemos hoy en día.
Sistemas de salud vs Sociedad Red
Nuestro modelo de salud choca con el de sociedad red. No tiene sentido que haya 17 sistemas de salud, en los que tenemos cientos de centros sanitarios, con sus correspondientes miles de profesionales y que se comporten como burbujas aisladas de conocimiento y que los profesionales de un centro de salud, no sepan que a 200 km otros estén realizando la misma investigación.
Decía hace poco Manuel Castells en una entrevista que el 97% de la información que hay en el mundo ya está en formato digital y que el 80% circula por Internet.
No necesitamos por lo tanto tanta información, sino optimizar la forma en que esta llega a nosotros y cómo la utilizamos para generar valor. Necesitamos métodos para mejorar la forma en cómo accedemos a él y cómo fluye por nuestra red. Y dentro de unos años lo que vamos a necesitar son métodos para que el conocimiento nos encuentre a nosotros, en función de las necesidades que tengamos en cada momento.
El tercer elemento de la práctica basada en la evidencia habla de incluir los valores y preferencias del paciente. El paciente es junto con el conocimiento el otro gran recurso desperdiciado del sistema sanitario. Decía Gregorio Marañón que la mejor tecnología con la que contamos es una silla, porque nos permite sentarnos a escuchar y dialogar con las personas.
Y algo que parece tan simple, en realidad no lo es tanto, porque implica un cambio profundo de mentalidad y de relaciones, ya que supone pensar qué es lo mejor para el paciente y empezar a construir con éste el sistema sanitario, tomando decisiones de forma compartida.
3 Innovación es igual a personas, o mejor dicho: Hackers
El último punto y sin duda, el más importante, porque son las personas las que en realidad producen las innovaciones. No lo es el contexto, que puede favorecer, no lo son las tecnologías, que pueden catalizar,sino los agentes de cambio, las personas y más concretamente los hackers.
Nuestra sociedad ha empleado la palabra hacker en su acepción más negativa, la cual por cierto también ha sido reflejada por la RAE, como «pirata informático». Sin embargo, la que me gusta poner siempre de relieve es la que se refiere a aquellas personas con muchos conocimientos, apasionadas por lo que hacen y con una gran imaginación y capacidad de exploración, las cuáles les llevan a buscar los límites de las cosas.
Es este sentido, para un hacker no existen nunca problemas, sino retos por resolver.Por lo que el término hacker se puede emplear a cualquier disciplina y por supuesto en salud. Son personas que entienden que para obtener resultados distintos hay que hacer las cosas de forma diferente a como se estaban haciendo hasta el momento.
Y lo que hace un hacker es rodearse de las mejores herramientas que tiene a su alcance para conseguir sus objetivos. Y no siempre son las soluciones tecnológicas más avanzadas, sino que abarcan desde el uso un simple lápiz, hasta el desarrollo de una red colaborativa.
La ética hacker en consecuencia, es una forma de ser y de trabajar que desafía el status quo, porque está buscando siempre nuevas formas mejores de hacer las cosas. Habla del compromiso social y aboga por una libertad absoluta de la información: libre acceso y libre distribución, porque el mundo está lleno de problemas fascinantes que esperan ser resueltos y no deberíamos perder tiempo en hacerlo.
Si no hubiera hackers no hubiéramos tenido Internet tal y como lo conocemos, o el software libre o incluso la Wikipedia. El mundo está cambiando gracias a ellos, y la salud también lo hará. En el vídeo de la ponencia al final de esta entrada he dejado un buen puñado de ejemplos de hackers de salud, que realmente están transformando el sistema desde dentro.
El líder individual hiperconectado
Muchas veces parece que los grandes cambios tienen que venir siempre de grandes líderes o grandes compañías como Apple o Google, pero lo cierto es que estamos en la era de lo amateur, del líder individual hiperconectado. Por supuesto que una gran compañía alberga un poder de acción muy grande. Pero la suma de pequeños esfuerzos tiene un potencial de cambio mucho más grande.
Debemos mantener una visión Glocal, adaptando cada innovación al ámbito local de nuestro trabajo, pero sin perder la perspectiva de que debemos abrirnos y ser permeables del mundo global. O lo que es lo mismo, innovar de forma local, pero potenciando las redes de colaboración. Porque si hay algo que nos ha demostrado la historia de la humanidad, es que cuanto más conectados estamos, mejor aprendemos y más conocimiento desarrollamos.
Tenemos la gran oportunidad de construir organizaciones que aprenden, en las que los profesionales dispongan de oportunidades para desarrollar sus ideas. Disponemos del potencial y las herramientas, y un contexto excelente para ponernos en marcha, hackear y transformar el sistema sanitario desde dentro, a partir de la suma de pequeños cambios locales. ¿Comenzamos?
(Vídeo cedido amablemente por la organización. Ponencia original)
Bienaventurados sean los hackers, porque a ellos pertenecerá el cambio
Me gustaría agradecer al equipo de profesionales que organizan las Jornadas de Innovación y los Jueves Enfermeros, y muy especialmente a Zulema Gancedo, Pedro Herrera y José Luis Cobo, los cuales son un gran ejemplo de que se puede transformar el sistema sanitario.
[…] invitado de hoy es un claro ejemplo de lo que llamamos un ‘hacker de salud‘. Se trata de Gabriel Heras, un profesional de la salud que en su día decidió que era […]