En el año 1.999 el visionario Manifiesto Cluetrain afirmó que los mercados son conversaciones, un hecho que se ha visto confirmado tras la eclosión de las redes sociales y del que también hemos hablado en anteriores ocasiones en relación con la salud.
Muchos profesionales, pacientes y organizaciones están ya utilizando las redes sociales para conversar y como una excelente forma de aportar valor a la salud a través de distintos contenidos. Pero de un tiempo a esta parte una de las afirmaciones que más se repite es que la conversación en salud está decayendo en estos espacios.
Ante tal cuestión podríamos plantear distintas causas ¿Conversamos menos en redes sociales?¿Están cambiando las redes?¿Repartimos la conversación entre otras aplicaciones?¿Las utilizamos mal? Quizás sea una mezcla de todos los factores, aunque desde mi experiencia personal diría que la red te devuelve aquello que le das, de forma que si aportas conversación obtienes conversación y si la configuras para inyectar contenidos recibes contenidos. Al fin y al cabo la red no es más que un conjunto de personas con intereses diversos que responden a las interacciones reciben, de forma que somos lo que conectamos.
Pero hay otro factor que es importante señalar y es el hecho de que muchas veces pensamos en las redes de forma equivocada y nos olvidamos de que para que exista una conversación hace falta personas que hablen y otras que escuchen (pero que no siempre sean las mismas). El problema está cuando dejamos de escuchar empezamos a tratar a las redes sociales como meros canales de distribución de contenidos. Y aunque las redes están muy bien a la hora de difundir información de valor y el papel de los llamados curadores de contenidos es muy importante, también es cierto que si solo nos dedicamos a rebotar y retuitear información estaremos contribuyendo al aumento del ruido en el canal y las conversaciones quedarán diluidas, perdiendo valor.
Y finalmente deberíamos respetar el contexto y entender que cada red social tiene un tono y matices diferentes. Del mismo modo que no nos comportamos igual con nuestra familia y amigos que cuando estamos en nuestro trabajo o acudimos a una reunión importante, tampoco deberíamos emitir nuestros contenidos bajo un mismo formato en cada red social en la que participamos. Facebook por ejemplo es una red de tipo generalista en la que prima el contacto con familiares y amigos, aunque también la utilicemos de forma profesional; Twitter es ideal para conversaciones y pequeños aportes de valor y es muy utilizada por profesionales sanitarios; Instagram es una red en la que prima lo visual, pero se está relanzando a partir de las Stories; LinkedIn es perfecta si lo que queremos es tejer una red profesional, etc. Merece por tanto la pena que dediquemos un tiempo a conocer los matices de cada red y cómo fluye la conversación en salud.
Porque entender el tono de cada espacio y adecuar así nuestro mensaje puede marcar la diferencia a la hora de conseguir que este llegue a aquellas personas a las que nos dirigimos. A veces nos olvidamos de que el verdadero impacto en redes sociales no está en el número total de likes, retuits que obtenemos, sino en la capacidad que tenemos de ponernos en contacto con aquellas personas a las que podemos aportar nuestro valor.
¿Cuáles son tus redes de valor?
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