Una vez más nos acercamos al #CarnavalSalud para aportar nuestra opinión al debate que en esta ocasión es sobre nuevos modelos de formación y aprendizaje en salud.
Dicen los expertos que vivimos inmersos en una nueva sociedad del conocimiento, regida por nuevas tecnologías y sobre todo nuevas formas de comunicación y participación en red, pero la realidad es vamos a dos velocidades distintas y difíciles de conjugar, porque coexisten mundos muy diferentes.
Comentaba hace poco día Álvaro González-Alorda en su conferencia en iRedes que los inmigrantes digitales (aquellos nacidos antes de la irrupción de Internet) somos la generación puente, porque somos la única generación en la historia que se ha tenido que adaptar a un cambio tan profundo, de lo analógico a lo digital, de lo presencial a lo virtual.
Por lo tanto podríamos llamarnos también la generación beta, ya que vivimos en un proceso continuo de experimentación en cuanto a ‘nuevas tecnologías’ se refiere.
En este sentido la formación se está transformando y el e-learning ha hecho acto de presencia como la solución a todos nuestros problemas de formación, ya que nos libera de barreras geográficas y temporales, pudiendo aprender a nuestro ritmo y de forma adaptada a nuestra vida personal y profesional.
Pero en este mundo de 2 velocidades, el e-learning se está explotando en su mayor parte ‘a la antigua’, es decir, eliminando la presencialidad y limitándose a un mero cambio de formato en los materiales docentes, recurriendo en última instancia a un examen tipo test como método de evaluación. Método muy cómodo para muchas entidades formadoras y para alumnos ávidos de créditos para escalar en sus bolsas de selección o carrera profesional, pero con un valor de aprendizaje real que tiene a cero.
El verdadero potencial del e-learning se centra en explotar aspectos y teorías de aprendizaje que ya existían hace años (no hemos inventado nada nuevo), pero que se ven potenciadas por el acercamiento y las herramientas de trabajo colaborativo. Ahí es donde está la sustancia y el aprendizaje de estos métodos y que muy pocas instituciones aprovechan, porque hacerlo implica invertir en ellos recursos técnicos y humanos, y dotar de competencias en estos tipos de aprendizaje a docentes y alumnos.
En este sentido algunas universidades sí están aprovechando ese potencial e invirtiendo recursos, pero a nivel de formación continua de los profesionales apenas nos acercamos a este modelo.
Se calcula que alrededor del 80% del conocimiento que utilizamos en nuestro trabajo proviene de fuentes de aprendizaje informal, es decir, lo que aprendemos en el propio contexto laboral y en los momentos que compartimos con otros profesionales en las conversaciones de pasillo de cursos y congresos.
Podríamos decir entonces que adquirimos el 20% de nuestro aprendizaje a través de entornos formales (universidad, cursos de formación), apoyados o no por el uso de tecnologías, y el resto proviene del propio trabajo y de las interacciones de tipo informal.
Por esos motivos y aprovechando que somos la generación del cambio, nos ha tocado aprender a conjugar nuestros aprendizajes formal e informal y sacarles todo el jugo posible mediante la introducción de nuevas herramientas. Y todo ello adaptado a los distintos tipos de destinatarios (nativos, inmigrantes, tecnólogos, actecnólogos,…).
En estos momentos si tuviera que apostar por un modelo de formación de entre todos los que están ahora mismo encima de la mesa, sería sin duda por las comunidades de práctica profesionales apoyadas por entornos tecnológicos, ya que son capaces de combinar lo mejor de ambos mundos, conjugar el aprendizaje formal e informal y potenciar no solo el conocimiento explícito, sino también el tácito, aquel menos tangible y que obtenemos de la interacción con otras personas y nuestra experiencia personal.
Lo cierto es que aún tenemos mucho camino por andar en cuanto a la formación de los profesionales de salud en estos nuevos escenarios. Y como agentes de cambio tenemos que impulsar ese camino y trabajar para igualar esas 2 velocidades.
Carmen Bárcena dice
Muy interesante análisis que comparto contigo. Sólo añadir que el profesorado es el primero que requiere de preparación para hacer frente al nuevo reto pedagógico y obviamente más recursos personales y materiales que en la actualidad están mermados.
ChemaCepeda dice
Por supuesto Carmen, el profesorado ha de adquirir esas competencias digitales de la misma forma que los alumnos.
Gracias por pasar y comentar
EnferEvidente dice
Hola Chema, en general coincido con lo que describes. Es cierto que el aprendizaje informal es más importante en las actividades diarias porque, por lo menos yo, lo «modulas» a unas necesidades muy concretas, a herramientas específicas, a momentos de oportunidad… muchas veces no sucede cuando quieres sino cuando ‘hay conjunción’…
Respecto a los ‘nativos digitales’ hay cierto sector de la red que piensa que se les hace tan fácil el uso de las herramientas que justamente por ello carecen de aprendizaje de ciertos aspectos que son los que te ayudan a salir de atolladeros… bases sobre hardware y conexiones o sobre las capas de software más básicas que ‘corren’ por debajo de esas interfaces tan prístinas y redondeadas…
Un abrazo.
ChemaCepeda dice
Totalmente de acuerdo Salva y yo también soy de los que piensan que la única ventaja que presentan los nativos digitales es que tienen una actitud abierta hacia el uso de las tecnologías. De hecho las que suelen dominar son las de información y sobre todo las de comunicación (las que usan de forma intensiva) y en el resto precisarán del mismo aprendizaje que los ‘inmigrantes digitales’.
Fernando dice
Es muy interesante lo que comentas, sobre todo lo que nos toca soportar como generación Beta.
Hace poco leía sobre el libro blanco salud conectada, que contenido interesante reflexión sobre lo que es la salud y la salud en la red, indicando algo interesante como es que por ejemplo la banca ya no utiliza prefijos como la e- para referirse sus productos online, simplemente habla de banca, una señal de integración total con los servicios electrónicos. Quizás en salud y educación vayamos un poco más retrasados en ese tren electrónico y por eso tendemos hacer distinciones. Otro tema es el de la titulación sobre la que ya he manifestado mi opinión en mi post para el carnaval.
ChemaCepeda dice
Cierto Fernando, en salud vamos a la cola y me da la impresión que muy por detrás de la educación. Al final la tecnología se integrará y hará transparente. Veremos cuanto tardarnos en quitarnos la ‘e’.
javier casanovas dice
Hablando de «aprendizaje», quería plantear un tema práctico, soy pediatra de Hospital, pertenezco a la Comisión de Documentación Clínica, estamos en fase de transición de «papel» a «historia clínica electrónica», con problemas de adherencia en determinado porcentaje de profesionales etc.
¿que metodología de Formación os parece mas adecuada para llegar al colectivo de médicos de un hospital, formarlos en manejo de Historia Clinica Electronica y mejorar adherencia?:
-sesiones presenciales yendo por los servicios?……..ummm….
-manual colgado en pdf en la Intranet?……………..ummmm
-Videotutoriales en la Intranet?
-Una «ayuda» incorporada a la propia estación clínica?.
-Formación mediante plataforma virtual?………
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Gracias de antemano, por cierto magnifico el Maual de Inmersión
Javier
ChemaCepeda dice
Muy interesante el tema que planteas Javier.
En mi opinión habría que ver qué tipo de competencias digitales tienen los profesionales y si están habituados a la formación online y manejo de herramientas web. Quizás me inclinaría por una combinación de sesiones presenciales apoyadas de recursos online para complementar la formación. Y después meter algo de gamificación, para ayudar a mejorar la cumplimentación de la historia clínica.
A ver qué opina el resto.
Me parece un tema interesante para la Comunidad de Salud Conectada en Google+, así que con tu permiso planteo allí la cuestión 🙂