Si uno acude al diccionario de la Real Academia Española en busca del término hacker se encontrará en primer lugar con la definición de ‘Pirata informático’, aunque tras las numerosas quejas recibidas desde el ámbito informático la RAE ha aceptado incluir una segunda acepción: ‘Persona experta en el manejo de computadoras, que se ocupa de la seguridad de los sistemas y de desarrollar técnicas de mejora’.
Si bien es cierto que la Academia recoge el uso más habitual del lenguaje y que el cine y los medios de comunicación se han empeñado en ofrecer una imagen del hacker cómo la de aquella persona con intereses oscuros que se dedica al ciberespionaje, la verdad es que las implicaciones de este término y la llamada ética hacker van mucho más lejos.
La historia comienza cuando a finales de los años 50 un grupo de ingenieros del MIT construyen un complejo sistema de control de trenes a escala a partir de un viejo equipo telefónico. A partir de ese momento deciden llamar hacking al uso alternativo e ingenioso de la tecnología, lo cual acaba significando el nacimiento del primer grupo de hackers. Al mismo tiempo se empiezan a utilizar esas mismas técnicas para mejorar la programación de las primeras computadoras, y poco a poco va emergiendo la llamada cultura hacker, cuya principal máxima considera que toda la información debería ser de acceso libre para que el conocimiento avance cada vez más rápido, generándose finalmente un conjunto de valores que conforman la llamada ética hacker.
El problema surge cuando conforme se va desarrollando la informática algunos programadores empiezan a utilizar estas habilidades para la propagación de virus, romper sistemas o robar información. Este hecho llevó a los autodenominados hackers a crear un nuevo término, el de cracker, para diferenciar los usos maliciosos y evitar que la gente identificara también a estos últimos como hackers. Pero al parecer no lo consiguieron y el nuevo término fue perdiendo popularidad, de forma que todavía hoy muchas personas confunden ambas palabras y el término hacker no goza de muy buena reputación.
Pero… ¿qué hace un hacker como tu en un espacio dedicado a la salud digital?
Aunque el concepto hacker nació en un entorno altamente tecnológico y ha evolucionado al mismo ritmo que lo ha hecho la informática, tanto la definición (la buena) como los valores de la ética hacker pueden ser aplicados a prácticamente cualquier ámbito, incluido el de la salud. De hecho los propios hackers informáticos en su diccionario de argot (Jargon file) hacen referencia a que un hacker es básicamente un experto o entusiasta de cualquier ámbito, que aplica los valores de la ética hacker como forma para desafiar el status quo (el siempre se ha hecho así).
Según Erick S. Raymond, uno de los mayores impulsores de la ética hacker, ésta podría resumirse en 5 puntos, de los que vamos a destacar dos:
- El mundo está lleno de retos fascinantes que esperan a ser resueltos.
- Ningún problema debería resolverse dos veces.
Bajo este prisma podríamos considerar hackers a todas aquellas personas que han hecho avanzar a la humanidad a lo largo de la historia, porque en su día pensaron que era posible hacer las cosas de una forma diferente y lo hicieron, poniendo además su conocimiento a disposición de los demás para que este a su vez fuera abriendo otros campos del saber.
¿Podemos entonces aplicar la ética hacker al ámbito de la salud? No solo podemos sino que debemos y de hecho ya se está haciendo a varios niveles.
En estos momentos hay pacientes ‘hackeando’ su salud porque las soluciones que les proponen desde los centros sanitarios y casas comerciales no les satisfacen. Un buen ejemplo de ello es el movimiento Nightscout, un proyecto de código abierto desarrollado por padres de niños con diabetes tipo 1 para desarrollar un sistema que les permitiera hacer una monitorización remota del nivel de glucosa en sangre cuando sus hijos no estaban en casa.
Y por supuesto también hay muchos profesionales hackeando la salud a todos los niveles. Enfermeras proponiendo ‘soluciones alternativas’ en su trabajo diario porque piensan que hay mejores opciones al ‘siempre se ha hecho así’. Como es por ejemplo el desarrollo del método canguro, una forma eficaz de atención a los niños prematuros y que se puede aplicar fácilmente en zonas con pocos recursos. Incluso hay una comunidad dedicada a hackear el cuidado llamada Maker Nurse.
Internet y las redes sociales se están convirtiendo en un gran escaparate de hackeo en salud y todos los días vemos ejemplos de cómo comunicar de forma diferente a través de nuevos canales y formatos, de proyectos que aglutinan a personas en busca de una mejor experiencia con su enfermedad, de profesionales y organizaciones que traspasan los muros físicos y aportan valor en salud de forma ubicua, etc.
[tweetthis]“Hackear es un estado mental, una configuración cerebral única que te permite mejorar la forma en que te enfrentas a los problemas.”[/tweetthis]
Por todo ello me gustaría reivindicar una vez más el papel del hacker en salud como motor de innovación, agente de cambio y mejora del sistema. Y de paso acuñar una nueva acepción para el verbo hackear que se refiera a ‘actitud de poner el conocimiento en acción para mejorar la forma en la que hacemos las cosas’.
Hackear al fin y al cabo es un estado mental y una actitud ante la vida. Es pensar que siempre hay una forma mejor de hacer las cosas y de vencer resistencias convirtiendo los problemas en retos. Es proponer soluciones alternativas a partir del conocimiento y la experiencia acumulados y todo ello apoyándonos en la mejor tecnología disponible en cada momento.
ec dice
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La educación integral fomenta el desarrollo completo de los estudiantes, integrando conocimientos académicos con habilidades emocionales, sociales y físicas. Este enfoque holístico prepara individuos equilibrados para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y empatía.