Todos los días nos enfrentamos a situaciones que nos llevan a tomar decisiones que afectan a nuestra salud. Ante cualquier problema de salud necesitamos respuestas y las buscamos primero en nuestro entorno cercano, y cada vez más también en la red, que se ha convertido en el enorme océano de información y participación en salud.
Además sabemos que la información es un arma muy poderosa para capacitar a los ciudadanos en la toma de decisiones sobre todo aquello que afecta a su salud, lo cual da como resultado personas más activas y comprometidas que mejoran su autocuidado y hacen un uso más eficiente del sistema sanitario. Podemos entonces hablar del término alfabetización de salud en referencia a nuestra capacidad para acceder a la información, interpretar y juzgarla adecuadamente, y aprovecharla para tomar decisiones adecuadas sobre nuestra propia salud (Falcon 2012).
[tweetthis]“La mejor información en salud es aquella que se adapta a las necesidades actuales de cada persona y se recibe en el momento preciso”.[/tweetthis]
Pero…¿existe un problema con la alfabetización en salud? Pues a tenor de los estudios publicados parece que sí, porque señalan que el 62% de los pacientes asegura no disponer del conocimiento necesario sobre su enfermedad (ONTSI 2016) y que la mayoría de las personas que salen de una consulta indican que la información escrita proporcionada por los profesionales resulta difícil de comprender y no está adaptada al usuario al que se dirige (Mayor Serrano 2010).
Además se ha relacionado el bajo nivel de alfabetización en salud con una serie de consecuencias, como son el desconocimiento de la enfermedad y sus síntomas, lo cual lleva en muchos casos a una detección tardía de la enfermedad y a una mayor tasa de hospitalización y uso de los servicios sanitarios (solo en EEUU se ha estimado que la baja alfabetización en salud representa un coste de 73 billones de dólares al año); pero además supone errores en la toma de medicamentos y una disminución de la adherencia terapéutica, así como un menor nivel de comunicación entre profesional y paciente (Basagoiti 2012).
Todo ello pone de manifiesto lo importante que resulta el hecho de que la población disponga de un buen nivel de alfabetización en salud, algo que adquiere todavía una mayor relevancia en aquellas personas que presentan procesos crónicos en los que el papel del autocuidado es todavía más importante.
La alfabetización digital en salud
La llegada de Internet ha dotado a este concepto de una nueva dimensión, porque como ciudadanos empezamos a usar esta herramienta para informarnos sobre todo lo que afecta a nuestra salud (más del 60% de la población utiliza la red como fuente de información en salud), compartir recursos y buscar el apoyo de otras personas que se encuentran en nuestra misma situación. De esta forma la búsqueda de información de salud sigue aumentando cada año y el concepto e-paciente adquiere cada vez un mayor significado.
En este momento tenemos a nuestro alcance una enorme cantidad de información con el potencial de mejorar nuestro conocimiento, ayudarnos a adoptar hábitos saludables o mejorar nuestro nivel de autocuidado. No necesitamos por tanto una mayor cantidad de información sino formas más eficaces de ponerla en manos de la población, para convertirla en conocimiento con capacidad de mejorar su salud.
El problema surge cuando ese enorme potencial queda diluido por la gran cantidad de información y variabilidad en la calidad de la misma, lo que hace que nuestras búsquedas de salud acaben con frecuencia en malas experiencias y se asocien a situaciones tales como el desconocimiento sobre si los contenidos encontrados son de calidad, la falta de confianza en las fuentes de información de salud digital, un sentimiento de desinformación o sobreinformación o la propia dificultad a la hora de entender textos complejos o técnicos (ONTSI 2016). También conviene señalar que los buscadores habituales de tipo generalista (Google, Bing, Yahoo) proporcionan resultados que no están basados en criterios de calidad en salud sino en otros más relacionados con el posicionamiento y están orientados a fines comerciales.
Conscientes de esta situación algunas organizaciones han impulsado diversas iniciativas para acreditar y certificar la calidad de las páginas web de salud. Cabe destacar el proyecto HONcode de la Fundación Health On the Net y los sistemas de acreditación del Colegio de Médicos de Barcelona o la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía. Pero a pesar de estos esfuerzos los problemas relacionados con la falta de credibilidad de las fuentes de información y de interpretación de las páginas web consultados persisten, de forma que muchos pacientes señalan que la falta de filtros previos hace que la búsqueda de información en Internet sea compleja e incluso pueda llegar a ser contraproducente para su salud.
Por lo tanto y ante este escenario cambiante, en el que coexisten una serie de necesidades de búsqueda de información junto a la existencia de barreras y un bajo nivel de alfabetización en salud por parte de la población, parece que tenemos ante nosotros una ventana de oportunidad para mejorar la alfabetización en salud a través del uso de estas herramientas.
Parece de vital importancia que desde los propios sistemas de salud y organizaciones sanitarias empecemos a impulsar distintos repositorios y herramientas que actúen como filtros de calidad y pongan en manos de ciudadanos y profesionales los recursos necesarios para que la información sea una palanca de cambio del nivel de alfabetización en salud. Y nuestro papel como profesionales de salud a la hora de mejorar la alfabetización de salud pasa por el nutrir estos repositorios y portales con recursos de calidad y por la prescripción de aquellos contenidos digitales de salud que sean de utilidad para cada persona.
Solo así conseguiremos minimizar el ruido que hoy en día existe en la red haciendo que cada recurso se dirija a la persona correcta y en el momento adecuado, para conseguir así una alfabetización de salud de precisión.
¿Nos ponemos manos a la obra?
Referencias:
- Falcon, M, L., A. (2012). Alfabetización en salud; concepto y dimensiones. Proyecto europeo de alfabetización en salud. Revista de Comunicación y Salud, 2(2), 91-98.
- Romero, M. F., & Ruiz-Cabello, A. L. (2012). Alfabetización en salud; concepto y dimensiones. Proyecto europeo de alfabetización en salud. Revista de Comunicación y Salud, 2(2), 91-98.
- ONTSI, Red.es, & Ministerio de Industria, Energía y Turismo de España. (2016). Los ciudadanos ante la e-Sanidad. Opiniones y expectativas de los ciudadanos sobre el uso y aplicación de las TIC en el ámbito sanitario. Recuperado a partir de http://www.ontsi.red.es/ontsi/sites/ontsi/files/los_ciudadanos_ante_la_e-sanidad.pdf
MayorSerrano2010]. - Mayor Serrano, B. (2010). Revisión y corrección de textos médicos destinados a los pacientes… y algo más. Panace@: Revista de Medicina, Lenguaje y Traducción, 10(31), 29-36.
- Basagoiti I. (2012). Alfabetización en salud. De la información a la acción [pdf]. Valencia: ITACA/TSB. Recuperado a partir de Disponible en http://www.salupedia.org/alfabetizacion/
- Low Health Literacy Skills Increase Annual Health Care Expenditures by $73 Billion. (s. f.). Recuperado 25 de abril de 2017, a partir de https://hpi.georgetown.edu/agingsociety/pubhtml/healthlit.html
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