Hasta hace relativamente poco tiempo la formación de los profesionales de la salud se podía definir perfectamente tanto en el espacio como en el tiempo. Desde la universidad y la formación especializada hasta la formación continuada y la participación en jornadas y congresos.
Pero con la llegada de Internet el aprendizaje ha cambiado mucho, sobre todo a partir de la introducción de plataformas de tipo e-learning y más todavía si cabe mediante el aprendizaje informal que se genera a través de la red.
Son pocas ya las Universidades y organizaciones sanitarias que no cuentan con una plataforma de formación en línea, aunque lo cierto es que como siempre no es la herramienta sino el uso que hacemos de ella. En este sentido disponer de una plataforma e-learning y utilizarla para transportar los contenidos que ya teníamos en papel a un formato digital y hacer lo mismo con el sistema de evaluación no significa realmente que estemos digitalizando la formación en nuestra organización sino que hemos cambiado el formato. La verdadera transformación llega cuando entendemos que la formación online supone abrir la puerta a nuevas formas de aprendizaje (formal e informal) que aprovechen el potencial que tiene Internet y las redes sociales para conectar personas y potenciar el aprendizaje en salud.
Digitalizar la formación no es pasar los contenidos a un formato digital sino transformar la experiencia de aprendizaje.
La propia universidad y organizaciones de salud se están transformando aunque en la mayor parte de los casos a un ritmo mucho menor del que exige el proceso de adaptación a este nuevo contexto en el que la información y los contenidos se han convertido en un bien comoditizado, en el sentido de que están disponibles y al alcance de cualquier persona que tenga desarrolladas unas mínimas competencias informacionales.
La apuesta del aprendizaje en salud no va tanto en el sentido de generar contenidos sino en el de conectar a profesionales y otros agentes de salud con el objetivo de generar ecosistemas de conocimiento que realmente transformen las organizaciones en lo que Peter Senge denominó ‘Organizaciones que Aprenden’ y que son aquellas que están diseñadas de tal forma que es imposible no aprender, porque el aprendizaje está insertado en el ADN de su estructura.
Se trata por tanto de crear espacios en los que de forma intencionada los profesionales puedan transitar por los contenidos y a la vez sean capaces de conectar con otras personas y conversar, debatir y compartir su experiencia, para que no solo el aprendizaje formal esté presente sino que e informal también tenga su propio espacio.
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