Hoy en día nadie puede negar que las apps están de moda. En España se descargan 2,7 millones de aplicaciones al día, somos los segundos de Europa en nivel de penetración de Smartphones y más de la mitad de los usuarios consideran que las aplicaciones ofrecen una ventaja real.
Foto adaptada de Robert Scoble y Wolfgang Staudt vía Flickr
Y es que el campo de las aplicaciones móviles en salud se presenta como uno de los más prometedores y más rentables de los próximos años (se estima un crecimiento anual del 25%), gracias al auge del uso de los dispositivos móviles.
Es un nuevo negocio que moverá millones de Euros en los próximos años y parece que muchas empresas ya se están dando cuenta de este futuro presente tan prometedor y empiezan a lanzarse al mercado con sus propias aplicaciones de salud.
Si echamos la vista atrás podríamos pensar que estamos delante de una nueva burbuja, pero los hábitos de consumo nos invitan a considerar que quizás nos encontremos ante una applización de la salud.
De esta forma empiezan a surgir todo tipo de aplicaciones que van desde la monitorización más o menos fiable de nuestros signos vitales, la información y mantenimiento de enfermedades crónicas, hasta la adopción de conductas saludables.
El problema es que la mayoría de las aplicaciones que se instalan en los smartphones acaban siendo eliminadas a los pocos días de su instalación y prácticamente sin ser usadas. Las causas de esta realidad podrían ir desde un mal diseño de la aplicación o un mal planteamiento de los desarrolladores , hasta un desinterés por parte de los usuarios.
Un estudio llevado a cabo en la Brigham Young University analizó 127 aplicaciones que promovían cambios en su estilo de vida, puntuándolas en función de su capacidad para conseguirlo y concluyó que la mayoría de ellas obtenían puntuaciones muy bajas en cuanto a motivación y seguimiento de sus usuarios.
Parece que existe una brecha entre los desarrolladores de aplicaciones de salud y los consumidores. Se necesitan por lo tanto puentes que conecten a las empresas con los usuarios de las apps y puede que la mejor forma de transitar esos puentes seamos los propios profesionales de la salud.
Los profesionales sanitarios trabajamos todos los días con pacientes y conocemos la realidad de su día a día y las dificultades, problemas y necesidades que encierra cada enfermedad. Y además podemos aportar mucho en el campo de la promoción de la salud y la adquisición y mantenimiento de hábitos saludables.
Estos conocimientos unidos a la experiencia de otros profesionales como los psicólogos que estudian el comportamiento, podrían ayudar a los desarrolladores a entender las causas por las que los pacientes no obtienen los resultados esperados por las aplicaciones o su uso.
Y qué decir del potencial y el papel de la gamificación y del análisis de grandes cantidades de datos (Big Data) y su aplicación en salud. Lo que está claro es que cada día intervienen más actores en el mantenimiento de la salud de las personas y cada uno juega un papel determinante.
Pero no podemos caer en el café o apps para todos. No sirve de nada que una app sobre modificación de hábitos saludables recomiende las mismas acciones a dos personas totalmente distintas, como tampoco lo hacemos los profesionales sanitarios cuando ambas personas acuden a nuestras consultas.
Del conocimiento de estas características individuales de los potenciales clientes y de la capacidad de personalización que tenga la aplicación, dependerá que los usuarios usen estas aplicaciones.
Y por supuesto que se necesita muchísima más investigación de resultados en la utilización de las apps en salud. Porque los resultados de esos estudios condicionarán el éxito y la capacidad de mejora en el desarrollo de las aplicaciones de salud.
¿Podremos los profesionales sanitarios minimizar esta brecha?
Iñaki Larraya dice
Totalmente de acuerdo. El vertiginoso crecimiento de la movilidad ha hecho que la mSalud la estén liderado los tecnólogos y es el momento de poner pausa para que entren los profesionales sanitarios para decir el qué y el cómo.
La tecnología ya ha demostrado lo que es capaz de hacer y ahora se tiene que poner al servicio de las necesidades de salud. Ilusionante lo que está por llegar.
Buen post Chema!
Un Saludo
ChemaCepeda dice
Habrá que buscar un equilibrio entre todas las partes que intervienen en el desarrollo.
Muchas gracias Iñaki
@crisgnovo dice
Los datos reflejan la realidad de la que hablas. ¿Por qué se gastan recursos en apps que luego no tiene éxito en el paciente? Hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de desarrollar una app, y entre ellos, contar con el apoyo del profesional sanitario, que como bien dices, es el que conoce las necesidades/requerimientos de los pacientes.
Además, por qué no hacer un piloto con un grupo de pacientes seleccionados previo a la puesta en el market? Así se obtiene un feedback directo del que será el usuario final, y sobre eso establecer mejoras, para que el producto final sea lo más personalizado posible.
Me gusta el post! E-nhorabuena
Cris
ChemaCepeda dice
Gracias Cris
Yo creo que en muchos casos son aplicaciones cuyo único fin es el posicionamiento de marca y poco más.
Por otro lado soy gran fan de la metodología Lean y creo que aquí sería perfectamente aplicable.
Un saludo 😉
EnferEvidente dice
Hola Chema, como sabes llevo tiempo escribiendo sobre esto porque me preocupa lo mismo que a tí que la appificación de la sanidad llegue (al grupo de población general) sin que exista una orientación desde las entidades profesionales (sociedades científicas) o las autoridades de salud pública.
También he apuntado que este sector es muy codiciado no sólo por las ganancias que la venta del software o el tráfico de datos pueda general sino por eso que delineas sobre el análisis de los bigdata que permitiría una mejor segmentación de mercado, algo bueno según qué fines…
La ludificación (gamificar me suena a competitivo) de las actividades que mejoran la calidad de vida tiene un tremendo potencial como lo demuestran @clubdelpaseo y (en mi ámbito) http://circuito.correrengalicia.es
Pero ni la web antes ni las apps ahora o en el futuro van a ser mejores para los usuarios que unos profesionales bien formados y motivados.
Un saludo.
ChemaCepeda dice
Yo creo que poco a poco irán surgiendo iniciativas reguladoras como lo que están haciendo en Andalucía, es cuestión de tiempo.
El problema es que la tecnología suele ir bastante por delante, así que la capacidad de adaptación es cada vez más importante.
Gracias por comentar!
Enrique Castro dice
…y los dilemas que presenta el desarrollo de las apps:
1) Si se desarrollan por empresas privadas, todavia no tenemos mecanismos reguladores estandarizados (y aunque los tuvieramos, las dificultadas son bastante grandes…)
2) Apenas hemos empezado a vislumbrar los efectos de las brechas digitales, tanto en pacientes/usuarios como profesionales.
3) Las organizaciones sanitarias no parecen tener arquitecturas de salud digital, centros de mando desde los que se coordine la vision acerca de las apps que hacen falta, lo que se persigue con ellas, etc. Es decir, el desarrollo de apps esta todavia en fase artesana.
4) Por no olvidar que toda actividad clinica tiene un coste de oportunidad. Apenas nos estamos fijando en los desplazamientos que se estan produciendo en la actividad de las organizaciones (eg, si la organizacion esta desarrollando una app, no esta haciendo otra cosa…)
ChemaCepeda dice
Pues parece que el momento es ahora, por lo que las organizaciones tendrán que ponerse las pilas o se quedarán muy atrás.
La pregunta entonces es ¿existe flexibilidad suficiente para llevarlo a cabo dentro de unas estructuras verticales y muy burocratizadas?
Gracias por comentar
Pedro L. González dice
Buen análisis de qué está ocurriendo con la ‘applización’, la ‘gammification y todas la novedades que traerán las nuevas tecnologías a la sanidad.
Pero diagnóstico erróneo en cuanto a por qué no reciben el uso esperado.
El problema no es que estén hechas por tecnólogos, tampoco que no haya «influencia médica» (no conozco a casi ningún colega que sepa cómo ayudar a sus pacientes a modificar sus hábitos no saludables de forma duradera ).
El problema está en que están pensadas para personas ya motivadas para su uso y conocedoras de los beneficios que les acarrean. Lo que sólo ocurre en un 12% de la población
El paciente no sabe por qué, para qué o cómo sacarle partido a estas nuevas formas de medición y seguimiento de su salud. Ni se siente capaz de hacerlo.
No falla la aplicación. Falla su comunicación. Y ahí si que el médico tiene una función esencial. No en dar información sin más, si no en movilizar a la persona. Pero para eso tiene que abandonar su tradicional visión paternalista de la relación médico-paciente
¿están los médicos capacitados y dispuestos a ello?
ChemaCepeda dice
Muy interesante tu visión Pedro.
Estoy de acuerdo en que falla la comunicación, porque los profesionales también sufrimos la brecha digital y desconocemos el uso de estas aplicaciones.
Pero no creo que sea un problema de que solo sea ese pequeño porcentaje el que las use. De hecho la mayor parte de las aplicaciones están orientadas a enfermedades crónicas frecuentes en pacientes jóvenes y es ese 12% el que quizás no acaba de sacarle rendimiento.
El resto de la población no parece que haya empezado a usarlas, pero por otro lado creo que las aplicaciones tienen una curva de aprendizaje bastante rápida, por lo que será cuestión de comunicación como dices y supongo que sobre todo de tiempo.
Gracias por aportar tu perspectiva
Toño G. Parada dice
Hola Chema, yo siempre he defendido precisamente eso que comentas: profesionales TIC y profesionales sanitarios deben trabajar juntos. Pero incluso voy más allá, ¿y el paciente?
La experiencia del usuario (del paciente) debería de ser consultada en los nuevos proyectos TIC que se están desarrollando. Y en el caso de las apps, lo mismo.
Respecto al apunte que haces del Big Data es cierto que su eficacia es evidente. Pero para ello es necesario poder almacenar y sobre ser capaz de analizar esa información. Y es ahí donde reside el principal problema o aspecto negativo; en el coste. Analizar estos volúmenes de datos, generalmente poco o nada estructurados, tiene un coste muy elevado.
Servicios como BigQuery (Google) pueden representar una alternativa para solventarlo.
Un abrazo
ChemaCepeda dice
El paciente debe de ser el centro del sistema de una vez por todas y no deberíamos crear Apps sin su participación. ¿Qué mejor evaluador que el propio usuario?
Muchas gracias por pasar y comentar